Anuario de Estudios Americanos 81 (2)
ISSN-L: 0210-5810, eISSN: 1988-4273
https://doi.org/10.3989/aeamer.2024.2.35

Reseña de / Book Review of: Daniele Arciello y Jesús Paniagua Pérez (ed.), Un viaje entre la imaginación y la realidad. La versión italiana del Itinerarium ad regiones sub aequinoctiali plaga constitutas de Alessandro Geraldini (Humanistas Españoles n.º 41), Berlín, Peter Lang, 2023, ISBN 9783631842867, 474 pp.

 

El interés por el primer obispo presencial en la sede dominicana, Alessandro Geraldini (1455- 1524), ha despertado mucha curiosidad en los últimos años, especialmente en dos núcleos de investigación, que se han dedicado a estudiar la supuesta obra del prelado: la Universidad de Nápoles Suor Orsola Benincasa, en Italia, y la de León en España. Además de esto, su nombre ha salido a relucir en otras investigaciones, sobre todo del humanismo aragonés de los siglos XV y XVI. Esto se debe a que tanto su tío como su hermanastro ocuparon cargos de importancia en los reinados de Juan II de Aragón y de su hijo Fernando, a través del cual se introdujeron también en la corte de Castilla, siendo promotores en ambos reinos de las corrientes humanistas.

Tanto el grupo italiano de investigadores en torno al Dr. D’Angelo como los de la Universidad de León han realizado ediciones de la obra del prelado, Itinerarium ad regiones sub aequinoctiali plaga constitutas, fundamentadas en los documentos vaticanos, en la editio princeps de 1630, en un manuscrito toscano y en las cartas de Geraldini. Lamentablemente, como reconocen unos y otros autores, no existe un original del obispo, sino que todo lo que se conoce son la mencionada edición y algunas copias. Sin embargo, los manuscritos italianos de la obra, conservados en la Biblioteca Nacional de Portugal y en la British Library de Londres, no se habían publicado hasta ahora. La recopilación y traducción a la lengua vernácula las realizó un tal Pompeo Mongallo, del que se disponen pocos datos biográficos, cuya labor como copista podría ser reveladora respecto de la autoría del Itinerarium. Esto no deja de subrayar la importancia del presente volumen, que se incluye en la colección «Humanistas Españoles» de la editorial Peter Lang, bajo el patrocinio del Instituto Universitario de Investigación de Humanismo y Tradición Clásica de la Universidad de León, y del proyecto de investigación de la Junta de Castilla y León. En esta edición bilingüe italiano-español se ha utilizado el manuscrito luso, puesto que el londinense parece haber sido una copia de este con algunas variantes, que quedan señaladas en el texto. Daniele Arciello y Jesús Paniagua Pérez ponen en duda, aunque sin negarlo categóricamente, lo mantenido hasta el presente, como es que los textos en latín fueron los primeros. Nada contradice hasta el momento que los autores hayan podido ser italianos, incluso el propio Mongallo, y que, para darles difusión en el mundo intelectual europeo, se habrían traducido al latín, poniendo así en entredicho la labor de España en el Nuevo Mundo, y contribuyendo de esta forma a alimentar la famosa Leyenda negra. El hecho de carecer de un original hace difícil aseverar la primacía.

Este estudio plantea los motivos por lo que se escribió la obra y la debatida autoría, puesto que los autores proponen que el texto que conocemos no sea exactamente el del prelado. Todo parece indicar una reelaboración posterior, en que se utilizaron papeles suyos para plasmar un viaje que nunca se produjo en los términos en los que se describió, y que no diferiría mucho de los mirabilia medievales. Arciello y Paniagua, por tanto, han puesto de relieve en su ensayo los elementos fantásticos que el autor de la obra incluyó para asombrar y entretener al lector, tales como amazonas, camellos blancos, almas errantes en pena, etc.; asimismo, han hecho referencia a otros textos medievales y de la época, de los que deben de ser buenos conocedores. La creación de un viaje imaginario puede deducirse de las fechas en las que se realizó el mismo, ya que se conocen los datos de salida y llegada del prelado a Santo Domingo, lo que se hizo en un tiempo prudencial en la época. Esto implica que el itinerario africano que se describió no pudo realizarse, ya que el espacio temporal real no lo permitía, como tampoco lo consentían las tensas relaciones con Portugal, cuyo derecho a los mares africanos estaba reconocido por los reyes hispanos, y con una crisis abierta por el periplo de Magallanes.

Además de esto, los autores señalan otros motivos que descartan la ejecución de aquella travesía, tocando y penetrando en las tierras africanas, como la alusión continua a la descripción de epígrafes romanos, tanto en el área de la Mauritania Tingitana como en las tierras al sur del río Senegal, cuya inconsistencia ya ha sido demostrada. Se ponen de relieve también algunos errores geográficos difíciles de cometer por quien realmente hubiera realizado el viaje. Por tanto, Arciello y Paniagua piensan que existe una manipulación de los escritos del prelado, en que se introdujeron interpolaciones de otros autores y de manera muy especial del veneciano Alvise Cadamosto, que había trabajado al servicio de Portugal en las costas africanas y cuya obra se había publicado en 1507, en la edición realizada en Verona de los Paesi novamente retrovati.

Sin embargo, parece improbable que Geraldini se hubiese olvidado de mencionar entre sus fantasías el reino del Preste Juan, por lo que en los manuscritos italianos que se estudian se añadió una versión italiana de algunos capítulos que componen la obra del portugués João Bermudes (o Bermudez), que se publicó en 1565: Esta he hu[m]a breue relação da embaixada (...) Dicha traducción la firmó el ya mencionado Mongallo, que también anexó una traducción al mismo idioma de algunas cartas en latín del teólogo Nicolas Cleynaerts, que versan sobre algunas costumbres sugestivas de los musulmanes.

Asimismo, los autores se percatan de otro aspecto llamativo: a lo que en realidad el prelado podía conocer, especialmente las Antillas y, más concretamente, la isla de Santo Domingo, apenas se dedicaron unos breves capítulos finales, en los que, además, se aprecian las influencias de Pedro Mártir de Anglería. De haber sido Alessandro Geraldini el autor, no hubiera tenido que recurrir a su coterráneo, puesto que él mismo tenía una información más directa. Los posibles elaboradores de la obra también pusieron énfasis en la relación del obispo con Colón y su proyecto, que no debía ser tanta, puesto que nadie del entorno del Almirante le mencionó de forma expresa. Evidentemente, era el deseo de gloria de una familia que quería entroncar con uno de los grandes acontecimientos de la humanidad y, sin duda, el mayor en su tiempo.

De nuevo al tratar sobre asuntos americanos, el autor regresó a lo fantástico y dio mucha importancia al canibalismo de los caribes, con unas exageraciones propias del imaginario medieval, que se contraponían a la idea del buen salvaje que se reservaba para otros nativos caribeños y para muchos pueblos africanos. Es decir, el gusto por lo extraño lo vinculaba a la tradición medieval, a pesar de ser un reconocido humanista de la época.

En el ensalzamiento final que el obispo hizo de su sede, Arciello y Paniagua han detectado un intento por reivindicar la figura del prelado, puesto que la exaltación de su diócesis no coincide con la realidad de su vida, porque desde el primer momento quiso abandonar aquella sede dominicana y regresar a Europa; se lo solicitó sin éxito a algunas autoridades vaticanas, a las que intentó halagar con regalos del mundo exótico americano. En otros términos, se establece una oposición entre sus deseos reales y lo que refleja la obra, admirando una ciudad como Santo Domingo, a la que no se duda en comparar con Florencia. Los autores del monográfico, sin embargo, no creen que esa contradicción se diese en el obispo, sino que es producto de una elaboración posterior por parte de sus parientes para incluir un gran personaje en los anales familiares de los Geraldini. De todos modos, en la breve parte americana existe algún aspecto real, como sus deseos de construir una nueva catedral, que no llegó a ver finalizada y en la que fue enterrado.

Tema de especial interés para Arciello y Paniagua es la crítica que se hizo de la conquista de América y de la actitud de los españoles que, sin duda, también es fruto de una manipulación para exaltar al prelado como un defensor de los nativos, lo que nada tiene que ver con la realidad, puesto que en ningún momento nadie de la época lo destacó como tal. Ni siquiera se mencionó a Bartolomé de las Casas, que en vida de Geraldini estuvo en la isla y cuyos proyectos eran de sobra conocidos en La Española, siendo esta el centro neurálgico del poder de Castilla en América. Es más, se sabe que los parientes del prelado italiano hicieron una gran fortuna con las perlas que consiguieron durante su episcopado, cuya explotación fue denunciada con frecuencia por la mortandad que causaba entre los nativos. Las riquezas que obtuvieron en América a la sombra del tío obispo les permitió una vida muy cómoda tras su regreso a Italia.

Todo hace pensar a Arciello y Paniagua que, probablemente, Geraldini tuviera notas manuscritas de otros cronistas, que luego se refundieron para crear un texto cuya autoría se atribuyó al prelado. Hay que tener en cuenta que él en sus obras aludió a otros escritos suyos, pero nunca al Itinerarium. El texto objeto de investigación está planteado como una laudatio hacia el obispo, y su valor reside esencialmente en esa búsqueda de la gloria y la fama tan propias del Renacimiento, aunque para ello se haya recurrido a la tradición medieval de lo fantástico. Es decir, se trata de un texto de transición entre dos momentos históricos y dos tendencias literarias, y los autores del ensayo no dejan de subrayarlo.

Las páginas de su investigación abundan en anotaciones filológicas, históricas y de comparación con otros textos, especialmente el de la British Library. Incluye además un glosario y un anexo de explicación de los nombres geográficos, donde se han tratado de identificar espacios y términos, lo que, como declaran los autores, no siempre ha sido posible por las extrañas y desconocidas toponimias que se han usado. De todas formas, Un viaje entre la imaginación y la realidad se hubiese visto más enriquecido si el texto y la traducción al español se hubiesen publicado paralelamente y no uno tras el otro.

Los anexos con las versiones en italiano y castellano de este viaje, que une elementos reales y ficticios, han sido muy cuidados, y la bibliografía es actualizada y abundante, en la que se citan prácticamente todos los trabajos que existían sobre Geraldini y su obra en los momentos de la publicación. En ocasiones, para evitar repeticiones de algunos aspectos ya muy tratados, se remite a dichos estudios, que se produjeron sobre todo en Italia, España, Alemania y la República Dominicana.