En un mundo convulso, en tensión a causa de las guerras que estaban enfrentando las naciones europeas occidentales, dio como resultado la destrucción de arcaicas estructuras monárquicas, al tiempo que permitieron la edificación del paradigma político y económico sobre el cual se sustenta un porcentaje significativo de los Estados nación actuales. La caída del Antiguo Régimen se dio gracias a la confluencia de transformaciones políticas y económicas, que no eran compatibles con estructuras gubernamentales tan impersonales como las monarquías absolutistas.
Estos conflictos políticos, que desencadenaron guerras, estaban a un paso de cambiar el rumbo de la historia a causa de flujos de ideas sustentadas en el liberalismo. Luego de siglos de conquista y colonización de los territorios americanos, el océano Atlántico se convirtió en el puente que permitiría el tráfico, circulación y consolidación de muchas de las convenciones políticas sobre las cuales están anclados nuestros sistemas políticos. En las colonias americanas, la construcción de sociedades heterogéneas y, hasta ciertos niveles, autónomas, permitieron la edificación de universos de pensamientos propios que al fundirse con las ideas de cambio provenientes del otro lado del Atlántico dieron como resultado la propagación de sentimientos emancipatorios. Las revoluciones atlánticas estuvieron presentes dentro de estos procesos como sucesos catalizadores de los cambios, acelerando su implementación y asimilación por parte de las sociedades que los vivenciaron.
Dentro de los pasillos de los palacios donde se movían las personas que gobernaban el amplio territorio americano, se sabía necesario el cambio, un cambio que para ser efectivo debía ser controlado por las mismas instancias de poder, que en una sola dirección diera solución a los asuntos que impedían un correcto ejercicio de la hegemonía. Luego de décadas de ocupación europea en América, se comprendió que para un efectivo ejercicio del poder se debía acudir al control y a las reformas administrativas. Y el Caribe se convirtió en el espacio probeta. Dominado principalmente por la monarquía española, fue un territorio bisagra que permitió el intercambio de ideales, un laboratorio para la implementación de las políticas de cambio que tanto requerían las entidades del Antiguo Régimen para sostenerse, pero que dio como resultado la explosión de nuevas maneras de entender el mundo.
En el caso del imperio español, con las conocidas Reformas Borbónicas se plasmaron las intenciones para mejorar la gobernabilidad, optimizar la productividad, la seguridad y consolidar los difusos límites de un imperio, sin embargo, esta intención de cambio unidireccional solo generó el aumento de la inconformidad de las poblaciones, haciendo que las transformaciones políticas se dieran al margen de los intereses monárquicos. Esta idea sigue colocando en el centro a las iniciativas peninsulares, sin embargo, cada uno de los capítulos que componen el libro Los vientos del liberalismo en el Caribe. Efectos, transformaciones e intercambios en la transición del siglo XVIII al XIX intentan colocar su punto de análisis en evaluar la idea de que las reformas institucionales fueron el único motor de las revoluciones. El sistema político occidental debe, en buena medida, su consolidación a los audaces mecanismos que encontraron los pobladores de los márgenes de los imperios, un asidero en nichos alejados del poder y que se sobrepusieron al establecimiento a través de la guerra y otras formas de resistencia. En este sentido, fue importante la participación de las mujeres, espías, viajeros, comerciantes, contrabandistas, trabajadores portuarios, esenciales para el establecimiento del nuevo orden.
El libro plantea desde perspectivas supra imperiales, que las transformaciones en el escenario atlántico fueron posibles debido a la interacción de múltiples sujetos, los cuales, en cada uno de sus roles, atendieron a sus intereses para crear un espacio fluido, donde las fronteras imperiales se diluyeron, dándole paso a fenómenos complejos, pero a la vez fundamentales para el establecimiento de las futuras naciones. Se propone explicar como el liberalismo se transformó en una ideología dominante durante el siglo XIX, el cual, de la mano del naciente capitalismo, se instauró de manera diferencial en cada uno de los puntos del Caribe, donde los sucesos jugaron un papel fundamental, pero no definitivo, dado que las ideas que consolidar al liberalismo circularon en una doble dirección sin que las europeas determinaran las americanas. Dividido en tres partes y un total de nueve capítulos, el libro Los vientos del liberalismo es un buen derrotero que nos guía por las rutas que utilizó el liberalismo para llegar a convertirse en el sustrato ideológico de los estados nación que empezaron a construirse luego del proceso de tránsito entre los siglos XVIII y XIX o bien llamadas Revoluciones Atlánticas. Es un ejercicio de pertinente consulta que nos introduce en las diferentes aristas que permitieron la construcción de una nueva red de sistemas y significados políticos alternativos a las monarquías europeas.
En la primera parte se localizan los artículos de Rocío Moreno, Mabel Paola López y Raúl Román y Antonino Vidal. Los cuales ahondan en los cambios institucionales que permitieron modificaciones en estratos de la cotidianidad de los habitantes de la cuenca del Caribe durante el siglo XVIII y la mirada peninsular sobre los territorios poco explorados de Centro América, haciendo énfasis en los fenómenos relacionados con los sistemas postales y los vínculos conyugales.
Para que los planes de reformas pudieran tener el impacto deseado como proyecto civilizatorio y colonizador, primero, se debía poner en conocimiento dichos planes y para ello la corona volvió el sistema de Correos un eje central dentro de la administración pública. El capítulo escrito por Moreno habla sobre la importancia de la organización de los sistemas postales y la capacidad de los sujetos para poner en circulación la información. Segundo, se debía poner en conocimiento la información que circulaba sobre urbanidad y educación con el objetivo de hacer de la sociedad un espacio más ilustrado. En este sentido, el segundo capítulo escrito por López, continúa la línea de las transformaciones institucionales provenientes del reformismo Borbón, pero analizando la influencia que tuvieron sobre los procesos de liberalización del pensamiento y conducta de las mujeres de la Cartagena de Indias de finales del siglo XVIII y de búsqueda de la erradicación de costumbres perjudiciales para los entornos conyugales. Este capítulo explica como las ideas liberales de la ilustración, promovidas por el reformismo Borbón, fueron usadas para transformar corpus jurídicos a favor de las mujeres. Tercero, conocer y organizar el territorio, el análisis de este tema último capítulo de esta primera parte. Escrito por Román y Vidal, es un llamado a poner el foco de atención en estudio de esos espacios en el Caribe de poca importancia para la monarquía hispánica, pero con una capacidad inconmensurable para la creación de vínculos mercantiles entre los distintos actores que interactuaban en las llamadas fronteras imperiales.
Con la participación de Anthony Goebel McDermott y Ronny Viales, Luis Ángel Mezeta y Elizet Paymne, la segunda parte del libro aborda las transformaciones económicas de este periodo de tránsito. Estudia el dilatado margen de acción que permitió a diferentes actores tener presencia en casi todas las actividades económicas efectuadas en el Caribe y la capacidad que tienen los sujetos para transformar el entorno natural en pro de un beneficio mercantilista. En el primer capítulo de esta segunda parte, los autores Goebel McDermott y Viales estudian como la explotación forestal y la implementación de monocultivos en la cuenca del Caribe estuvo acompañada de modificaciones de los ecosistemas, dejan de lado las posturas antropocéntricas y ponen en el centro el análisis de los cambios espaciales hechos por la humanidad por medio de las perspectivas que brinda la historia ambiental. El segundo capítulo de esta sección del libro estudia el impacto del primer ensayo del libre comercio en la península de Yucatán. Mezeta describe la trayectoria que vivió el sistema comercial desde el proteccionismo hasta el librecambismo enfocándose en los efectos que este experimento tuvo sobre los espacios productivos de esta península. Y el tercer capítulo escrito por Payne, estudia el papel que jugaron los puertos centroamericanos en los procesos independentistas a principios del siglo XIX.
Y, por último, de nuevo, Ortega y Román, Carlos Alberto Murgueitio y Johanna von Grafenstein realizan aportes que ponen sobre la mesa la presencia de sujetos que trabajaron en la clandestinidad, que construyeron redes de comunicación a través de las cuales circularon ideas revolucionarias y contrainsurgentes en el contexto caribeño. Cada uno de los trabajos presentados dan una mirada alterna a los mecanismos y sujetos involucrados en los procesos de cambio pre revolucionarios. El primer capítulo de esta última parte describe la participación de agentes imperiales y espías para planificar en secreto un fracasado intento de invasión a la isla de Jamaica por parte de las fuerzas españolas entre 1780 y 1781, en medio de los conflictos europeos en el Caribe por el dominio de las rutas en este mar. Murgueitio narra como las fricciones racialitas desencadenaron eventos revolucionarios en el Santo Domingo francés, una guerra civil en la mitad francesa de la isla La Española en 1790 que enfrentó a las gentes de color en un entramado de consignas, ideales e intereses que tuvieron un desenlace marcado por el miedo al otro. Es un capítulo que describe muy bien la manera en la que moldean las conciencias humanas durante las crisis generadas por la incertidumbre de las guerras. El libro cierra con un capítulo de Johanna von Grafenstein, es una revisión a la expedición del general español Xavier Mina a las costas de Veracruz entre 1815 y 1817, el cual, a partir del análisis de redes, dilucida las colaboraciones entre los insurgentes de la Nueva España con sus aliados externos dejando en evidencia que los proyectos independentistas pusieron ser posibles con la ayuda de los enemigos de la corona española. Con esto esperamos hacer una introducción al texto, el cual se presenta a sí mismo como un aporte para comprender las realidades de todo el Caribe en el marco de coyunturas de transformación y crisis imper.